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viernes, 31 de marzo de 2017

Tienes tu propio ángel de la guarda







Si reflexionamos sobre nuestra vida, probablemente recordemos muchos momentos, en los que tuvimos la sensación que algo o alguien nos estaba cuidando. Lo has sentido así verdad?
Todos vivimos en algún momento una situación peligrosa o dramática de la que fuimos rescatados por una mano milagrosa. Inmediatamente pensamos…mi Ángel me salvó!
Pero…cuántos ángeles nos cuidan?
Tenemos un ángel personal?
O tenemos muchos y diferentes?
Algunas personas creen que cada persona en la Tierra tiene su propio ángel de la guarda durante toda la vida. 
Otros creen que las personas recibimos ayuda de varios ángeles, según sea necesario.
Veamos que dicen las diferentes religiones.
Cristianismo católico:
Dios asigna un ángel de la guarda a cada persona como un amigo espiritual para toda la vida.
El Catecismo de la Iglesia Católica declara en la sección 336: “Desde la infancia hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y su intercesión.
Cada persona tiene un ángel protector y pastor para conducirlo”.
San Jerónimo escribió: “La dignidad de un alma es tan grande que cada uno tiene un ángel de la guarda desde su nacimiento”. 
Santo Tomás de Aquino expandió en ese concepto cuando escribió en su libro Summa Theologica, “Mientras el niño está en el útero materno, no es del todo independiente, existe un lazo íntimo, sigue siendo parte de ella:. al igual que la fruta, mientras cuelga en el árbol es parte del árbol, por lo tanto, se puede decir, que el ángel de la madre protege al niño. 
Cuando se vuelve independiente de la madre, un ángel de la guarda le es asignado “.
Puesto que cada persona está en un viaje espiritual a lo largo de su vida en la Tierra, el ángel guardián de cada persona trabaja duro para ayudarlo.
Santo Tomás de Aquino escribió en Suma Teológica. “El hombre, mientras tenga vida, debe caminar hacia el cielo. 
En este camino el hombre se ve amenazado por muchos peligros, tanto desde dentro como desde fuera …  por lo tanto, por lo que un ángel de la guarda se asigna a cada ser humano entre tanto que él es un caminante “.
Cristianismo protestante
En el cristianismo protestante, la Biblia no especifica si las personas tienen sus propios ángeles de la guarda. 
Sin embargo, declara de manera clara que existen ángeles de la guarda. 
El Salmo 91: 11-12 declara acerca de Dios: “Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos los caminos, te llevarán en sus manos, para que no tropieces con ninguna piedra.”
Los ortodoxos, creen que Dios asigna un ángel de la guarda personal a una persona en el momento en que él o ella es bautizada en agua .
En Mateo 18:10 de la Biblia, Jesucristo parece referirse a un ángel de la guarda personal asignado a cada niño:. “Guardaos de despreciar a uno de estos pequeños, porque yo os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos “.
Otro pasaje de la Biblia que puede ser interpretado como prueba que una persona tiene su propio ángel de la guarda es Hechos capítulo 12, que cuenta la historia de un ángel que ayuda a la fuga a  Pedro de la prisión .
Judaísmo
En el judaísmo, algunos creen en los ángeles personales, otros que los diferentes ángeles guardianes pueden servir a diferentes personas en diferentes momentos. 
Los Judios dicen que Dios puede asignar directamente un ángel de la guarda para cumplir una misión específica, o la gente puede llamarlos.
La Torá describe a Dios asignando un ángel particular, para proteger Moises y los hebreos que viajan a través del desierto. 
En Éxodo 32:34, Dios le dice a Moisés : “ahora, lleva a la gente al lugar, y mi ángel irá delante de ti.”
La tradición judía dice que cuando los Judios realizan uno de los mandamientos de Dios, llaman a los ángeles de la guarda para acompañarlos. 
El Midrash Bereshit Rabá judía dice que la gente puede incluso convertirse en su propio ángel de la guarda, cumpliendo fielmente las tareas que Dios les llama a hacer: “Antes de que los ángeles han logrado su cometido se les llama hombres, cuando han logrado que ellos son los ángeles.”
    
Islam: 
En el Islam , los creyentes dicen que Dios asigna dos ángeles de la guarda para acompañar a cada persona a lo largo de su vida, uno en cada hombro. 
Estos ángeles son llamados el Kiraman Katibin, y prestan atención a lo que la gente piensa, dice y hace. 
El que se sienta en el hombro derecho registra sus buenas acciones, el ángel que se sienta en el hombro izquierdo registra sus malas decisiones.
Los musulmanes dicen “la paz sea contigo” mientras miran a sus hombros derecho e izquierdo – donde creen que sus ángeles de la guarda residen – para reconocer la presencia de sus ángeles de la guarda “con ellos, ya que ofrecen sus oraciones a Dios.
El Corán también menciona ángeles presentes antes y detrás de la gente cuando se declara en el capítulo 13, verso 11: “Para cada persona hay ángeles en la sucesión, antes y detrás de él: Lo custodian por orden de Ala.”
Hinduismo: Cada ser vivo tiene un espíritu protector
En el hinduismo , todo ser vivo – persona, animal , planta, tiene un ser angelical llamado deva asignado para protegerla y ayudarla a crecer y prosperar.

Cada deva actúa como energía divina, inspira y motiva a la persona u otro ser viviente  para entender mejor el universo y llegar a ser uno con él. 





 

Quienes son los Angeles

Para unos los ángeles son nuestros hermanos mayores, seres de luz que nos mandan información y pensamientos amorosos a fin de guiarnos e inspirarnos.
Para otros, como Don Gillmore, autor del libro Ángeles por todas partes, los ángeles son formas, imágenes o expresiones a través de las cuales puede ser transmitida la esencia y la energía de Dios.
 Para la Iglesia Católica, los ángeles son una especie de auxiliares de la Providencia en el gobierno del mundo: espíritus puros, mandados por Dios para que nos guíen, nos aconsejen y nos ayuden en nuestro transitar por la tierra y en nuestro camino hacia el cielo.
Vale la pena aclarar estos dos términos a fin de evitar confusiones: todo ángel es espíritu, pero no todo espíritu es ángel.
Espíritu es un ser inteligente que en circunstancias normales carece de un cuerpo físico, o al menos de un cuerpo que nuestros sentidos puedan captar como “físico”, pero no por ello es siempre ángel.
Hay espíritus de la Naturaleza.
Hay espíritus de seres desencarnados.
Hay seres de otras dimensiones que podemos considerar perfectamente espirituales,  pues viven su vida en el mismo espacio que nosotros, sin jamás interferir en nuestra “longitud de onda” ni nosotros en la suya.
Hay incluso espíritus protectores de los seres humanos, sin que por ello sean ángeles.
Las palabras de San Agustín a este respecto son muy certeras: “Los ángeles son espíritus, pero no son ángeles porque sean espíritus, sino por ser enviados de Dios.





El nombre de ángel se refiere a su oficio, no a su naturaleza. Su naturaleza es espíritu, su oficio, angelical. El ángel es un mensajero”.
|Y ése es precisamente el significado inicial de la palabra ángel: mensajero.
En las diferentes tradiciones religiosas, el papel representado por los ángeles es tan importante y central, que resulta ilógico atribuirlo a la fantasía o a la invención pura y simple de los antiguos.
Además, al igual que en los tiempos del Antiguo Testamento, en nuestros días los ángeles siguen interviniendo en la vida de los humanos, unas veces de manera anónima y secreta, y otras abiertamente y a plena luz del día.
Cuando se dejan ver por nosotros suelen hacerlo bajo la forma de luces, figuras resplandecientes y en muchas ocasiones, como personas normales y corrientes.
Pueden manifestarse durante el estado de vigilia, y también en sueños.
Una constante en sus apariciones con forma humana – “disfrazados” de personas vulgares, podríamos decir – suele ser su momentaneidad: llegan, hacen o dicen aquello por lo que han venido y un momento después, se van sin que ya jamás volvamos a saber de ellos.
Un amigo, en absoluto inclinado a los asuntos espirituales ni religiosos – dudo que desde que tiene uso de razón haya pisado una Iglesia en más de cuatro o cinco ocasiones, y siempre con motivo de algún acontecimiento social -, se ha visto sin embargo varias veces beneficiado por tales seres, que con una apariencia totalmente común, en los momentos más críticos de su vida lo socorrieron con palabras, con dinero en efectivo y hasta con una bolsa llena de ropa, exactamente de su talla.
Cuando trató de seguirles la pista, sus intentos fueron infructuosos.
Otras personas suelen verlos con apariencia de niños o jóvenes resplandecientes, durante la noche a los pies de la cama, o en los lugares y momentos más insospechados.
La constante en estos casos suele ser una sensación de bienaventuranza, de felicidad e intenso bienestar, que en unas ocasiones dura un momento y en otras varios días o incluso semanas, pero que ya no puede ser olvidada, por mucho que se prolongue la vida de quien tuvo tal experiencia.
En sus apariciones en forma humana la sensación que suele prevalecer es también un profundo bienestar, una gran tranquilidad, serena y apacible, independiente de que nos saquen de algún apuro. En su libro Vislumbres del mundo Invisible, el Dr. Lee relata cómo en un incendio ocurrido en el londinense barrio de Holborn un ángel salvó a un niño de morir quemado. Las llamas habían tomado tal incremento que los bomberos se vieron obligados a dejar que el fuego devorase dos edificios, dedicándose únicamente a intentar salvar a sus moradores.
Lograron salvarlos a todos menos a dos: una anciana que murió asfixiada por el humo antes que ellos llegaran y un niño de cinco años de quien nadie se había acordado ante la turbación y el pánico causado por el fuego.
El olvido tenía explicación en parte, pues dicho niño no vivía usualmente en aquella casa, sino que, debiendo su madre desplazarse aquella noche por asuntos de familia, lo había confiado a la hospitalidad de una parienta suya, inquilina de uno de los edificios siniestrados.
Cuando todos estuvieron a salvo y los edificios se veían ya totalmente envueltos en llamas, se acordó con espanto aquella mujer del niño que le había confiado.
Sintiéndose incapaz de regresar ella misma a la casa en busca del niño, su llanto era desesperado.
Un bombero se decidió intentarlo y tras ser informado de la situación exacta de la alcoba penetró heroicamente en aquel infierno de fuego y humo.
Un minuto después reaparecía con el niño sano y salvo, sin el más leve chamusco.
El bombero refirió que la alcoba estaba ardiendo y con la mayor parte del suelo hundido, pero que las llamas, en contra de su tendencia natural, se retorcían hacia la ventana de un modo tal que jamás él había visto en su larga experiencia profesional algo semejante, dejando enteramente intacto el rincón donde estaba la cama del niño, pese a que las vigas del techo ya se veían medio quemadas.
Dijo que encontró a la criatura presa del natural terror, pero que al acercarse vio una figura blanca inclinada sobre el lecho, en actitud de cubrir al niño con la colcha.
Añadió que no había sido víctima de alucinación, y que lo pudo ver con toda claridad durante unos segundos, aunque desapareció al acercarse él a la cama.





Una circunstancia curiosa de este caso es que aquella misma noche la madre del niño no fue capaz de conciliar el sueño en su alojamiento de Colchester, atormentada por la idea de que a su hijo le amenazaba una desgracia.
Tan fuerte era su presentimiento que finalmente se levantó y oró, pidiendo al Cielo protección para su hijo.
El número de personas que han tenido experiencias con ángeles es muy superior al que a primera vista podría pensarse.
El Dr. H.C. Moolenburg, pionero de la moderna literatura sobre ángeles, efectuó en 1982 una encuesta entre 400 de sus pacientes, preguntándoles directamente si alguna vez en su vida habían visto un ángel.
Treinta y una de tales personas, es decir un 7,75% contestaron afirmativamente.
Y ello sin incluir a los que estaban seguros de haber tenido encuentros con ángeles, sin verlos realmente.
Entre estos, aquellos que fueron salvados de forma inexplicable con motivo de diversos accidentes, los que tuvieron experiencias extracorpóreas cercanas a la muerte y otros que manifestaron haberse sentido extrañamente impulsados por algo o alguien, a dirigirse a algún lugar o a realizar algo que luego modificó sustancial y favorablemente el curso de sus vidas.
El Dr. Moolenburg, eliminó posteriormente a todos los casos en los que el sujeto no había estado plenamente consciente durante su visión, ya fuera ésta en sueños, bajo el efecto de la anestesia o en estado de coma y también a quienes no vieron con sus ojos al ángel completo – vieron sólo unas manos, las alas, lo oyeron o lo percibieron de algún modo ajeno al sentido de la vista -, además, tampoco se consideró los casos en los que el supuesto ángel no se mostró con una forma claramente humana, por ejemplo cuando fue percibido como un resplandor o una luz brillante.
Tras esta exhaustiva y minuciosa criba, quedaron todavía 6 casos ya prácticamente inobjetables, es decir, el 1,50 % de la población entrevistada.
Para muchos que, como yo, nunca han visto un ángel, el porcentaje del 1,50 % podría parecer todavía elevado, sin embargo la encuesta del Dr. Moolenburg fue efectuada de la manera más minuciosa y “científica”.
Los sondeos realizados por mí, con motivo de este trabajo, me han evidenciado que o bien las cifras dadas por el Dr. Moolenburg son de una prudencia extrema, rayana al escepticismo, o las manifestaciones angelicales en el plano humano se han incrementado mucho desde 1982 a la fecha.
Aunque, la mayoría de las personas que han tenido este tipo de vivencias suelen mostrarse reacias a hablar de ello, unas veces por miedo al ridículo y otras por una comprensible reticencia a exteriorizar un episodio de sus vidas muy íntimo y trascendente.

En cuanto al perfil psicológico de tales personas, no he sido capaz de discernir ningún rastro común, como no sea el hecho de que todas parecen poseer una intuición bastante fina y desarrollada.
Sin embargo, el que podamos o no experimentarlos mediante nuestros sentidos físicos es algo que carece totalmente de importancia.
El hecho es que ellos están continuamente aquí, a nuestro lado, ayudándonos y guiándonos de mil maneras insospechadas, deseando en todo momento conectarnos con ese plano más elevado de la realidad que llamamos el cielo y al mismo tiempo, dispuestos siempre a hacer todo lo posible para que seamos más felices aquí en la tierra.

Ellos saben que el estado natural de la vida es la alegría, la felicidad, la risa y la belleza, cualidades de las que nos solemos, invariablemente, apartar en cuanto dejamos atrás la infancia. Todas ellas son cualidades del cielo, que es el reino de los ángeles. Su labor es precisamente acercarnos a ese reino, siempre que nosotros queramos y estemos dispuestos a aceptarlo.